CAMPAÑA DEL SUR
Las Campañas del Sur es el nombre con que se conocen a una serie de campañas
militares que emprendió la Gran Colombia al sur de su territorio entre 1822 y
1826 contra el dominio español en la América del Sur y que tuvieron una
importancia decisiva para la independencia de las actuales repúblicas de
Ecuador, Perú y Bolivia.
Después de la victoria de Carabobo, Bolívar es vuelto a ser encargado de la
presidencia por el congreso en Cúcuta (3 octubre). Sin embargo, Bolívar sentía
que su obra no había concluido. Encarga a Carlos Soublette de la
vicepresidencia de Venezuela y nombra a Santander presidente encargado de la
República de Colombia. Allí inicia la Campaña del Sur.
El libertador logra su primera victoria en Bomboná, el 7 de abril de 1822 y
Antonio José de Sucre completa la libertad de Ecuador, el 24 de mayo en
Pichincha. Es importante mencionar que Guayaquil, que ya era independiente, fue
anexada a Quito. El 26 y 27 de julio de 1822 se lleva a cabo una entrevista
entre dos de los más grandes hombres del continente: Simón Bolívar y el General
argentino San Martín.
La campaña siguió muy exitosa: el 18 de marzo de 1823 las fuerzas patriotas
entran a Lima, el 7 de agosto vencen en Junín y el 9 de diciembre Sucre logra
una gran victoria en Ayacucho, batalla que marcó el fin de la dominación
española en el continente. Bolívar escribió: "La batalla de Ayacucho es la
cumbre de la gloria americana y la obra del General Sucre. La disposición de
ella ha sido perfecta y su ejecución divina. Maniobras hábiles y prontas desbarataron
en una hora a los vencedores en catorce años, y a un enemigo perfectamente
constituido y hábilmente mandado. Ayacucho, semejante a Waterloo, que decidió
el destino de la Europa, ha fijado la suerte de las naciones americanas".
Se fundó, en lo que se llamaba el Alto Perú y que formaba parte del Virreinato
de Buenos Aires, la república de Bolivia (cuyo nombre se dio en honor al
libertador). Bolívar es encargado de la redacción de la constitución y Sucre se
convierte en el primer presidente de ese nuevo país.
Generalmente en las repúblicas que constituyeron la Gran Colombia y en especial
en Venezuela y Colombia se designan Campañas del Sur a las campañas militares
de la Gran Colombia contra los ejércitos españoles al sur de su territorio
entre 1821 y 1826. La definición de que hechos comprendieron las campañas del
Sur varía, algunos llaman así a las campañas libertadoras de Quito y Pasto
entre 1820 y 1822, mientras que otros se refieren a las operaciones militares
desde 1821 hasta 1826 cuando capítulo la guarnición de El Callao. Sin embargo,
se puede decir ciencia cierta que las campañas del Sur tuvieron por objeto
finalizar la guerra de independencia americana, y como resultado el auge de la
influencia y el poder de la Gran Colombia que bajo la presidencia de Simón
Bolívar buscaba la unión de los nuevos estados hispanoamericanos.
BATALLA DE BOMBONÁ
La Batalla de Bomboná fue un combate realizado el 7 de abril de 1822 entre
tropas colombianas y españolas durante la marcha del ejército de Simón Bolívar hacia
Quito.
A pesar de las desfavorables condiciones Bolívar decidió atacar pues quería
llegar a tiempo a Quito donde lo estaría esperando Sucre para librar la batalla
decisiva.
El General García estableció una posición defensiva en las alturas de Cariaco.
Bolívar luego de hacer un reconocimiento decidió atacar por la derecha con el
Batallón Rifles mientras el General Pedro León Torres atacaba frontalmente las
defensas enemigas con dos batallones de infantería y dos escuadrones de
caballería. El combate comenzó a las 3:30 pm, las tropas del General Torres
fueron rechazadas con grandes pérdidas pero el General Manuel Valdés al mando
del Rifles cubierto por la neblina flanqueo a los españoles por la derecha.
Rodeados los realistas, se retiraron en horas de la noche. La batalla se saldó
con grandes bajas en ambos bandos.
Las grandes bajas sufridas en el enfrentamiento paralizaron por unos días a
Bolívar mientras esperaba refuerzos. La batalla fue igualmente desastroza para
los españoles, a pesar de que detuvieron a los colombianos un breve tiempo para
ello tuvieron que desviar tropas de Quito donde Sucre se hallaba a la ofensiva.
Los realistas de Pasto capitularían poco después.
ACCION DIPLOMATICA DE SUCRE
El 11 de enero de 1821, en Bogotá, fue nombrado por Bolívar comandante del
Ejército del Sur, en reemplazo del general Manuel Valdés; era la fuerza que,
desde 1820, operaba en Popayán y Pasto. No recibió Sucre el cargo porque
razones de Índole estratégica y política hicieron que Bolívar anulase tal
designación y le diese comisión para marchar a Guayaquil, donde reemplazaría al
general José Mires y asumiría la misión que se le había encomendado: la de
hacer que la provincia (la cual se había independizado de los españoles en
octubre de 1820) se incorporase a la República de la Gran Colombia y tomar el
mando de las tropas que hubiese en Guayaquil, como pasos previos para la
liberación de Quito, que era el propósito principal de las operaciones que se
ejecutasen. El 6 de abril llegó Sucre a Guayaquil y al presentarse ante la
Junta de Gobierno, expuso la razón de su presencia allí y de la idea de una
unión de la provincia con Colombia. El 15 del mismo mes fue celebrado un
tratado entre Sucre (por Colombia) y José Joaquín de Olmedo, Francisco Roca y
Rafael Jimena, miembros de la Junta. El tratado estipulaba que Guayaquil
mantendría su soberanía, pero bajo la protección de Colombia. En aquella
oportunidad Sucre quedó facultado para abrir la campaña contra los realistas, y
con tal motivo, Guayaquil le ofreció todos los recursos disponibles.
La importancia de los documentos redactados por Sucre, en lo que significo su
primera actuación diplomática, fue la paralización temporal de las luchas entre
los patriotas y los realistas, y el fin de la guerra a muerte iniciada en 1813.El
Armisticio de Santa Ana le permitió ganar tiempo a Bolívar para preparar la
estrategia de la Batalla de Carabobo, que aseguró la independencia venezolana.
El documento, marcó un hito en derecho internacional, pues Sucre, fijó
mundialmente el trato humanitario que desde entonces empezaron a recibir los
vencidos por los vencedores en una guerra. De esta forma se convirtió en
pionero de los derechos humanos.
LA BATALLA DEL PICHINCHA
La Batalla del Pichincha ocurrió el 24 de mayo de 1822, en las faldas del
volcán Pichincha, a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar, cerca de la
ciudad de Quito, en el Ecuador actual. El encuentro, que ocurrió en el contexto
de las Guerras de Independencia Hispanoamericana, enfrentó al ejército
independentista bajo el mando del General Venezolano Antonio José de Sucre y al
ejército realista comandado por el Mariscal de Campo Melchor De Aymerich. La
derrota de las fuerzas realistas leales a España condujo a la liberación de
Quito y aseguró la independencia de las provincias que pertenecían a la Real
Audiencia de Quito, también conocida como la Presidencia de Quito, la
jurisdicción administrativa colonial española de la que eventualmente emergió
la República del Ecuador. Cuando amaneció, sin que Sucre lo supiera, los centinelas
posicionados cerca de Quito avistaron a las tropas Patriotas ascendiendo por
las laderas del Pichincha. Aymerich, entonces consciente de la intención de
Sucre de flanquearlo por medio del ascenso al volcán, ordenó a su ejército de
1.894 hombres ascender la montaña lo más pronto posible, para enfrentar ahí a
Sucre.
Al haberse encontrado en un campo de batalla tan improbable, los dos
comandantes no tuvieron otra opción más que enviar gradualmente sus tropas a la
batalla. Existía poco espacio para maniobrar en las empinadas laderas del
Pichincha, entre profundos barrancos y densos matorrales. Los hombres del Paya,
tras recuperarse de la conmoción inicial, se reposicionaron bajo el fuego
enemigo, esperando la llegada del batallón Trujillo. El sobresaltado Sucre,
sólo esperando que los españoles estén más cansados que sus propias tropas,
envió al batallón Yaguachi, conformado por ecuatorianos. El batallón Alto
Magdalena trató de hacer un movimiento de flanqueo, pero sin éxito, pues el
terreno no se lo permitió. Pronto, los batallones Paya, Trujillo y Yaguachi,
sufriendo muchas bajas y con pocas municiones, comenzaron a replegarse. Para
entonces el destino de la batalla para los Patriotas parecía depender del
Albión, que transportaba las municiones tan necesitadas; y sin embargo se
desconocía su paradero. A medida que el tiempo pasaba, los Realistas parecían
ganar el control de la batalla. El Trujillo fue obligado a retroceder, mientras
que el batallón peruano Piura huyó antes de enfrentar al enemigo. En medio de
la desesperación, a los hombres de reserva del batallón Paya se les ordenó
cargar contra el enemigo con sus bayonetas. Ambos bandos sufrieron grandes
bajas, pero la situación más o menos se estabilizó para los Patriotas.A pesar
de esto, Aymerich, como parte de su estrategia, durante el ascenso al Pichincha
separó de su fuerza principal al batallón Aragón, ordenándole avanzar hasta la
cúspide del volcán, para así luego atacar a los Patriotas por la retaguardia,
rompiendo sus líneas en el momento indicado. El Aragón era el mejor batallón
del ejército realista; estaba conformado por veteranos españoles que habían
actuado tanto en Guerra de la Independencia Española como en otras batallas en
América del Sur, y en ese momento se hallaba sobre los Patriotas y listo para
atacar. Afortunadamente para los Patriotas, cuando el Aragón estaba por cargar
sobre la alicaída línea Patriota, fue detenido en seco por el Albión, que entró
inesperadamente en la batalla. Resulta que el Albión consiguió avanzar a una
posición más alta que la de los españoles. Pronto, el Magdalena se unió a la
batalla, y el Aragón tras sufrir fuertes bajas, se desintegró. Entonces el
Magdalena avanzó hasta la línea Patriota para reemplazar al Paya, y cargó
contra la línea Realista, que terminó por romperse”.
A pesar de que en el contexto de las Guerras de Independencia de América la
Batalla de Pichincha figura como un conflicto menor, tanto en términos de su
duración como del número de combatientes, sus consecuencias fueron bastante
significativas. El 25 de mayo de 1822 Sucre entró con su ejército en la ciudad
de Quito, donde aceptó la rendición de todas las tropas españolas establecidas
en el territorio que el gobierno de Colombia llamaba “Departamento de Quito”,
al considerarlo como parte integral de la República de Colombia desde su
creación el 17 de diciembre de 1819.
Cuando Sucre recapturó Cuenca el 21 de febrero, obtuvo de su Consejo local un
decreto en el cual se proclamaba la integración de su ciudad y provincia a la
República de Colombia. Entonces, con la rendición de Quito, que a su vez puso
fin a la resistencia Realista en la provincia norteña de Pasto, Bolívar pudo
entrar en la ciudad, como finalmente lo hizo el 16 de junio de 1822. Entre el
entusiasmo general de la población, la antigua Provincia de Quito fue
incorporada a la República de Colombia. Por su parte Guayaquil, que aún no
decidía su futuro, con la presencia tanto de Bolívar como del victorioso
ejército Gran colombiano en su territorio, proclamó la incorporación de
Guayaquil a la Gran Colombia el 13 de julio de 1822.
LA CAPITULACIÓN DE PICHINCHA
A las doce del día bajo un sol resplandeciente, los soldados de la libertad en
la cima del Pichincha a más de 3000 metros de Altura dieron el grito de
victoria. La victoria fue de Sucre, la cual fue completada con la capitulación
que el jefe patriota concedió al Mariscal Aymerich el 25 de mayo del mismo año.
Con las operaciones cuyas acciones finales se produjeron en las faldas del
Pichincha y en la ciudad de Quito, Sucre decidió a su favor la vacilante y
delicada situación de Guayaquil; dio libertad al territorio que conforma hoy la
República de Ecuador, y facilitó su incorporación a la Gran Colombia. El 18 de
junio de ese año, Bolívar le asciende a general de división y lo nombra
intendente del departamento de Quito. Al frente de los destinos de Ecuador desarrolla
una positiva obra de progreso: funda la Corte de Justicia de Cuenca y en Quito
el primer periódico republicano de la época: El Monitor. Instala en esa ciudad
la Sociedad Económica. De su actividad personal es buena prueba que, el 6 de
septiembre de 1822 expidió y firmó en Quito 52 comunicaciones. Interesado por
la educación puede afirmar que halló en Cuenca 7 escuelas y dejó 20.
ENCUENTRO DE BOLIVAR Y SUCRE EN QUITO
Con el ejército colombiano, el mariscal Sucre
venció a las tropas peruanas en la batalla de Tarqui, el 27 de febrero de 1829.
El Mariscal conferenció con el
Libertador en Quito durante varios días, sobre el futuro inmediato de Colombia
v la necesidad de una
conciliación nacional. Con el fin de participar en el Congreso llamado
"Admirable", en representación de su
Provincia de Cumaná, el mariscal Sucre partió para Bogotá en los primeros días
del año 1830. En el Congreso
fue elegido presidente, con la simpatía de todos, pues siempre fue respetado
por su ecuanimidad, su hábil
diplomacia y sus estrategias de grandes dimensiones. En mayo de 1830.
ANEXIÓN DE GUAYAQUIL A COLOMBIA
La primera llegada de Bolívar a Guayaquil se produjo el 11 de julio de 1822. La
tradicional cortesía y generosidad guayaquileña hizo que sea recibido con
grandes muestras de júbilo: no se recibía al “Libertador”, puesto que Guayaquil
se había independizado dos años antes y sin su ayuda; se recibía simplemente a
un gran hombre de América. La gran mayoría de guayaquileños lo saludó
expresándole con voz emocionada “Viva Guayaquil Independiente”; confirmándole
así su deseo de no ser anexados a ningún país extranjero.
Guayaquil sabía que ella representaba la esencia de la libertad y, generosa
como era, sabía también que, así como su participación había sido determinante
para dar la libertad a Quito y consolidar la independencia de Colombia, de ella
dependía también -en gran parte- la libertad del Perú; por eso, queriendo
compartir su independencia y su condición de república soberana, Guayaquil
aclamó a Bolívar con expresivos gritos de “Viva Colombia... viva el Libertador”
o “Viva Bolívar... Viva el Perú”.
“El pueblo de Guayaquil había declarado su independencia sin la intervención de
otros pueblos. Libre por sí mismo, por nadie libertado, tenía perfecto derecho
para darse un gobierno propio o por escoger la nacionalidad que más le
conviniese. Recibió auxilio y armas del Perú y soldados de Colombia para
sostener su independencia, pero a cambio, agotó sus recursos pecuniarios y dio
su contingente de tropas para libertar las provincias de Quito en cuatro
campañas sucesivas. Los colombianos no figuran solos en la batalla del
Pichincha que terminó la guerra. Atenidos a ellos solos no habrían podido
librar esa memorable batalla, a la cual concurrieron dos batallones peruanos, un
escuadrón argentino y un batallón de guayaquileños
Bolívar se negó a aceptar la existencia de un estado soberano que pudiera
ensombrecer su grandeza, y respaldado por una fuerza de 1.300 bayonetas que lo
acompañaba, inventó un estado de caos republicano para justificar una
resolución violenta que se produjo el 13 de julio cuando -de manera prepotente
y abusiva- asumió el mando civil y militar de la provincia, se proclamó Jefe
Supremo y a través de su secretario envió a la Junta de Gobierno un oficio en el
que decía: “S. E. el Libertador de Colombia, para salvar al pueblo de Guayaquil
de la espantosa anarquía en que se halla, y evitar las funestas consecuencias
de aquella, acogió, oyendo el clamor general, bajo la protección de Colombia al
pueblo de Guayaquil; encargándose S. E. del mando político y militar de esta
ciudad y su provincia...” (Camilo Destruge.- Historia de la Revolución de
Octubre y Campaña Libertadora).
Esta comunicación, que ni siquiera llevaba la firma del Libertador, fue
recibida con indignación por los miembros del cabildo guayaquileño, quienes
comprendieron que ante tal atropello no podían ofrecer ningún tipo de
oposición.
Así, de manera artera, Bolívar ocupó y tomó por la fuerza la ciudad capital de
la Provincia Libre de Guayaquil, poniendo fin a un año y nueve meses en que
había permanecido independiente y soberana, con un gobierno propio representado
por una Junta que había sido elegida democráticamente por voluntad del pueblo,
con un territorio definido que -con sus 53.000 km2- integraba en un solo Estado
todos los territorios de las actuales provincias de Manabí, Bolívar, Los Ríos,
Guayas y El Oro; el sur de Esmeraldas, y las estribaciones de la cordillera
occidental.
Con una Constitución conjugada en el Reglamento Provisorio de Gobierno, con un
periódico, el Patriota de Guayaquil, que circulaba regularmente informando y
orientando a la ciudadanía a través de una libertad de prensa sin tapujos ni
intereses; con un ejército, la División Protectora de Quito, que con
patriotismo había regado con su sangre todos los campos de batalla para
libertar a toda la audiencia; con una marina, representada por la goleta
Alcance y sus fuerzas sutiles; con una bandera -la gloriosa celeste y blanco-
que había flameado en todos los campos de batalla durante las luchas por la
independencia; y una condición de Estado Soberano reconocida por Colombia y
Perú y, sobre todo, por el representante de la corona española, Melchor
Aymerich, Presidente de la Audiencia de Quito, quien en su oportunidad había
escrito a Olmedo, dirigiéndose a él como Presidente de la Junta de Gobierno de
Guayaquil.
“Papel mojado fue para Bolívar el Acta de Independencia de Guayaquil, no le
importó la libre determinación de la provincia, nada dijo el derecho de
gobierno de los pueblos al lector de Montesquieu y de Rousseau, no franqueó
sino que rompió las puertas de la ciudad: ¡”Alea jacta est”, hemos hecho la
historia!
La prepotente y abusiva actitud de Bolívar puso fin a la natural alegría de la
ciudad, y acalló los gritos que expresaban su voluntad independentista. El
glorioso pabellón celeste y blanco fue arriado y sustituido por el tricolor de
Colombia que fue izado en el muelle, se disolvió la Junta de Gobierno de
Guayaquil y sus miembros, atropellados por el dictador, tuvieron que abandonar
el país.
Consumado el abuso, Bolívar se preparó para recibir al Gral. San Martín, con
quien se había citado en la ciudad que acababa de someter.
Ante estos hechos, los guayaquileños, indignados, escribieron en los muros y
paredes de la ciudad:“ Aquí tremoló la intriga... Un tricolor sostenido por la
fuerza, con mengua de los derechos del pueblo guayaquileño”.
ENTREVISTA ENTRE BOLÍVAR Y SAN MARTÍN
La entrevista entre Bolívar y San Martín se desarrolla los días 25, 26 y 27 de
julio de 1822 y termina, con la integración de Guayaquil al territorio
colombiano. De inmediato, Bolívar se traslada a la hacienda "El
Garzal" donde la pareja disfruta de días de gran felicidad. Ambos
comparten preocupaciones militares y responsabilidades políticas, produciéndose
así un proceso simbiótico. En lo posterior, no se concebiría a Manuela sin
Bolívar o Bolívar sin Manuela. Ella encuentra la felicidad, que siempre le fue
adversa, en la comprensión, el amor y el respeto de un hombre de la talla de
Bolívar, con quien comparte estrechamente un mismo compromiso con la historia.
Bolívar nunca imaginó un encuentro tan decepcionante y tenso con el General.
San Martín era un hombre de tenacidad incomparable, honrado, ajeno a las
intrigas políticas. Pero era práctico, tal vez demasiado. Tenía concebido poner
a un rey en el Perú. Esto indignó a Bolívar. Si algo odiaba el Libertador, de
manera visceral, era el cuento de las coronas y las dinastías. La idea
bolivariana de la democracia era simplemente incompatible con la solución sanmartiniana.
Su negativa fue tajante.
Acto seguido, San Martín se ofrece a ser su lugarteniente, y el Libertador no
acepta. No confía de lleno en el argentino, pero le dice algo más diplomático:
que no se siente capaz de darle órdenes. Luego viene lo más bochornoso del
encuentro. En la fiesta, el austero San Martín, demasiado serio y pésimo para
el baile, se siente incómodo e ignorado. Bolívar baila endiabladamente, lanza
una arenga formidable, brinda en repetidas ocasiones por la gloria de América.
Queda claro quién manda, y San Martín se ve obligado a desaparecer del recinto.
Al día siguiente se va de Guayaquil. Al poco tiempo abandona América, para
nunca más volver.
ASCENSO AL CHIMBORAZO
ENERO DE 1823: las tropas al mando de Bolívar toman la ruta del Sur hacia
Guayaquil, recorriendo los antiguos poblados indígenas de Latacunga y Ambato,
región altamente productiva en agricultura, gracias al volcán Chimborazo, cuyas
cenizas fertilizan los campos como una bendición para los lugareños… Durante el
trayecto, Bolívar es atraído por la magnificencia de esa mole volcánica con sus
nieves perpetuas que se eleva 6.130 m, y que le fue narrada por su amigo
Alejandro de Humboldt en la oportunidad que escaló el volcán en 1802… Bolívar
como un admirador de todo lo sublime y lo natural, es atraído por el embrujo
del Chimborazo.
allí... sólo… en las nieves perpetuas del Chimborazo... en la grandiosidad de
América... en la inmensidad del cielo ecuatoriano… llevaba consigo la pesada
carga de sus recuerdos: su triste Infancia con la muerte prematura de sus
padres... huérfano desde temprana edad... casi inmediatamente las muertes de
sus seres queridos: su abuelo, esposa, hermano mayor... los concejos de su
maestro Simón Rodríguez en animarlo a no pensar en el suicidio... su juramento
en Roma... las maravillas de civilizaciones extinguidas por los sediciosos
europeos... sus discursos en la Sociedad Patriótica... el devastador terremoto
de Caracas... la perdida de la Primera República... el Manifiesto de
Cartagena... su impecable Campaña Admirable... la Guerra a Muerte... la
Migración de Oriente... la perdida de la Segunda República... sus exilios... el
Manifiesto de Carúpano... sus batallas en Nueva Granada... su Manifiesto de
Jamaica... los Atentados... sus batallas... su visión en Casacoima… la toma de
Angostura... la anarquía de sus oficiales... el Congreso de Angostura... la misión
suicida de escalar el Páramo de Pisba... el éxito en Boyacá y la liberación de
Nueva Granada... el Armisticio con Pablo Morillo... la Batalla de Carabobo...el
nacimiento de la Tercera República... la Gran Colombia... la liberación de
Panamá… la indoblegable región de Pasto... el triunfo en Bomboná, Pichincha,
Quito, Guayaquil... la entrevista con San Martín… la negativa de su gobierno en
apoyar la liberación del Perú… su inolvidable idilio con Fanny Du Villars … en
fin… 1000 amores, 1000 batallas, 1000 cosas hechas y aún 1000 por realizar...
Bolívar con 40 años de edad había tenido una vida extraordinaria..!
DELIRIO SOBRE EL CHIMBORAZO
Yo venía envuelto en el manto de Iris, desde donde paga su tributo el caudaloso
Orinoco al Dios de las aguas. Había visitado las encantadas fuentes amazónicas,
y quise subir al atalaya del Universo. Busqué las huellas de La Condamine y de
Humboldt; seguílas audaz, nada me detuvo; llegué a la región glacial, el éter
sofocaba mi aliento. Ninguna planta humana había hollado la corona diamantina
que pusieron las manos de la Eternidad sobre las sienes excelsas del dominador
de los Andes. Yo me dije: este manto de Iris que me ha servido de estandarte,
ha recorrido en mis manos sobre regiones infernales, ha surcado los ríos y los
mares, ha subido sobre los hombros gigantescos de los Andes; la tierra se ha allanado
a los pies de Colombia, y el tiempo no ha podido detener la marcha de la
libertad. Belona ha sido humillada por el resplandor de Iris, ¿y no podré yo
trepar sobre los cabellos canosos del gigante de la tierra?
¡Sí podré!
Y arrebatado por la violencia de
un espíritu desconocido para mí, que me parecía divino, dejé atrás las huellas
de Humboldt, empañando los cristales eternos que circuyen el Chimborazo. Llego
como impulsado por el genio que me animaba, y desfallezco al tocar con mi
cabeza la copa del firmamento: tenía a mis pies los umbrales del abismo.
Un delirio febril embarga mi mente; me siento como encendido por un fuego
extraño y superior. Era el Dios de Colombia que me poseía.
De repente se me presenta el Tiempo bajo el semblante venerable de un viejo
cargado con los despojos de las edades: ceñudo, inclinado, calvo, rizada la
tez, una hoz en la mano…
"Yo soy el padre de los siglos, soy el arcano de la fama y del secreto, mi
madre fue la Eternidad; los límites de mi imperio los señala el Infinito; no
hay sepulcro para mí, porque soy más poderoso que la Muerte; miro lo pasado,
miro lo futuro, y por mis manos pasa lo presente. ¿Por qué te envaneces, niño o
viejo, hombre o héroe? ¿Crees que es algo tu Universo? ¿Que levantaros sobre un
átomo de la creación, es elevaros? ¿Pensáis que los instantes que llamáis
siglos pueden servir de medida a mis arcanos? ¿Imagináis que habéis visto la
Santa Verdad? ¿Suponéis locamente que vuestras acciones tienen algún precio a
mis ojos? Todo es menos que un punto a la presencia del Infinito que es mi
hermano".
Sobrecogido de un terror sagrado, «¿cómo, ¡oh Tiempo! -respondí- no ha de
desvanecerse el mísero mortal que ha subido tan alto? He pasado a todos los
hombres en fortuna, porque me he elevado sobre la cabeza de todos. Yo domino la
tierra con mis plantas; llego al Eterno con mis manos; siento las prisiones
infernales bullir bajo mis pasos; estoy mirando junto a mí rutilantes astros,
los soles infinitos; mido sin asombro el espacio que encierra la materia, y en
tu rostro leo la Historia de lo pasado y los pensamientos del Destino».
"Observa -me dijo-, aprende, conserva en tu mente lo que has visto, dibuja
a los ojos de tus semejantes el cuadro del Universo físico, del Universo moral;
no escondas los secretos que el cielo te ha revelado: di la verdad a los
hombres".
El fantasma desapareció.
Absorto, yerto, por decirlo así, quedé exánime largo tiempo, tendido sobre
aquel inmenso diamante que me servía de lecho. En fin, la tremenda voz de
Colombia me grita; resucito, me incorporo, abro con mis propias manos los
pesados párpados: vuelvo a ser hombre, y escribo mi delirio.